Pestañas

21 marzo, 2012

La aventura de «El barón rampante», de Italo Calvino



Hace mucho que Italo Calvino (nacido en Cuba en 1923 y fallecido en Siena en 1985) figuraba en mi Lista de Autores Desconocidos, esa que está compuesta por todos aquellos escritores que uno cree que debería haber leído hace tiempo pero que no ha leído todavía. Calvino era uno de ellos porque además de que la fama literaria le precede, sentía curiosidad por acercarme a otro de los autores italianos que, no sé exactamente por qué, siento tan cercanos. Empezando por los maravillosos relatos de Alberto Moravia y siguiendo por las novelas de Umberto Eco, Antonio Tabucchi  o  Melania G. Mazzuco, mientras que otro imprescindible -Cesare Pavese- continúa aún por descubrir.

Por tanto, leer «El barón rampante» (Ediciones Siruela, 2011; traducción de Esther Benítez) me ha permitido tachar a Italo Calvino de esa lista pero, mucho más, disfrutar de una deliciosa novela. Es un clásico del autor –publicada por primera vez en 1957- que algunos han calificado como novela de juventud, ideal para ser leída en la adolescencia, probablemente por el argumento y la edad del protagonista: «Cuando tenía doce años, Cosimo Piovasco, barón de Rondò, en un gesto de rebelión contra la tiranía familiar, se encaramó a una encina del jardín de la casa paterna […] y anunció su propósito de no bajar nunca de los árboles». Efectivamente esa es la trama, que transcurre entre finales del siglo XVIII y principios del XIX. Dicho todo lo cual, lo que pudiera parecer un cuento infantil no lo es en absoluto y nadie debería considerar su edad para decidirse a leer El barón rampante. Como el propio autor nos cuenta, es «un libro que rehuye cualquier definición precisa, tal y como el protagonista salta de una rama de acebo a la de un algarrobo y resulta más inaprensible que un animal selvático».

Italo Calvino nos cuenta las peripecias de Cosimo en la voz de su hermano menor, a través del cual conocemos su determinación y, sobre todo, su forma de observar el  mundo desde su atalaya de olivos, nogales, fresnos, plátanos, castaños, acebos, melocotoneros, almendros, cerezos o higueras. «Era el mundo lo que ya era distinto para él, hecho de estrechos y curvados puentes en el vacío, de nudos, escamas o arrugas que hacen rugosas las cortezas, de luces cuyo verde varía según el toldo de hojas más abundantes o más ralas, temblorosas a la primera sacudida del aire en sus pedúnculos, o movidas como velas cuando se curva el árbol»

Italo Calvino
Dice el propio Calvino que El barón rampante es «una aventura escrita como juego, pero a veces el juego parece complicarse, transformarse en algo distinto». Yo me alegro de haber leído sin duda algo distinto y de haber llegado finalmente a Calvino, a quien espero frecuentar ahora que sé que Ediciones Siruela ha editado las obras del escritor italiano en su propia Biblioteca Calvino.

P.D.- Y de Calvino a Modiano, otro de esos autores europeos a los que también, por fin, tacharé de la lista. Los dos son libros que compré en Librería Benedetti

3 comentarios:

Margari dijo...

Mi lista de autores por conocer es larguísima e Italo Calvino aún forma parte de ella. Y después de esta magnífica reseña no dudo con qué obra estrenarme. Estaré pendiente también a lo que nos cuentas de Modiano, que también forma parte de esa lista...
Besotes!!!

Teresa dijo...

Me encantó este libro. lo disfruté mucho. Es una historia increíble. La familia, los hermanos, los vecinos , todos ellos conforman una preciosa historia de rebeldía ante la vida, me encantó.
Un saludo
Teresa

Calle del Orco dijo...

"Nuestro padre se asomó al alféizar.
-Cuando te canses de estar ahí cambiarás de idea! gritó
-Nunca cambiaré de idea! dijo mi hermano desde la rama
-Ya verás cuando bajes!
-No bajaré nunca!
Y mantuvo su palabra."

Nada que añadir... impresionante!

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